Literatura Salvadoreña Wiki
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El jueves 6 de octubre de 2005, en el Tomo N.º 369, número 185, página 4 del Diario Oficial se publicó el acuerdo No.16-0137.- del ramo de Educación, del Ministerio de Educación, el cual especifica qué escritores son considerados patrimonio nacional.

El documento dice lo siguiente:

San Salvador, 7 de septiembre de 2005,

EL ÓRGANO EJECUTIVO EN EL RAMO DE EDUCACIÓN, CONSIDERANDO: I) Que el Patrimonio Cultural de El Salvador o Tesoro Cultural Salvadoreño, debe ser objeto de rescate, investigación, estudio, reconocimiento, identificación, conservación, fomento, promoción, desarrollo, difusión y valorización. II) Que las obras literarias, manuscritos incunables, libros, documentos y publicaciones de interés literario, sueltos o en colecciones para los efectos de la Ley Especial de Protección al Patrimonio Cultural de El Salvador y su reglamento conforman dicho Patrimonio Cultural Salvadoreño. POR TANTO ACUERDA: Declarar bienes culturales las obras literarias, manuscritos, documentos y publicaciones de los autores: Arturo Ambrogi, Yolanda C. Martínez, David Escobar Galindo, Maura Echeverría, José Roberto Cea, Oswaldo Escobar Velado, Alfredo Espino, Francisco Gavidia, Pedro Geoffroy Rivas, Ítalo López Vallecillos, José María Peralta Lagos, Cristóbal Humberto Ibarra, Alberto Rivas Bonilla, Matilde Elena López, Alberto Masferrer, José María Méndez, Lilian Serpas, José Rutilio Quezada, Serafín Quiteño, Vicente Rosales y Rosales, Joaquín Castro Canizales, Mario Hernández Aguirre, Gilberto González y Contreras, Manlio Argueta, Roberto Armijo, Mercedes Durand, Ricardo Martell Caminos, Juan Miguel Contreras, José Llerena, José María Cuéllar, Mario Noel Rodríguez, Walter Béneke, Rafael Mendoza, Alfonso Kijadurías, Sarbelio Navarrete, Camilo Campos, Julio Fausto Fernández, Francisco Espinosa, Rafael Lara Martínez, Francisco Miranda Ruano, Elisa Huezo Paredes, Lydia Valiente, Ricardo Bogrand, Ramón González Montalvo, Carlos Bustamante, Luis Gallegos Valdés, Napoleón Rodríguez Ruiz, Julio Enrique Ávila, León Sigüenza, David Joaquín Guzmán, Carmen González Huguet, Alice Lardé de Venturino, Manuel Aguilar Chávez, Saúl Flores, Abraham Ramírez Peña, José Jorge Laínez, Irma Lanzas, Matías Romero, Mercedes Quintero, Calixto Velado, Berta Funes Peraza, Claribel Alegría, Rolando Elías, Miguel Huezo Mixco, Mayamérica Cortez, Mario Bencastro, Carlos Pohl, Francisco Andrés Escobar, Sara Palma de Jule, Sergio Ovidio García, Laura Hernández de Salazar, André Cruchaga, Corina Bruni, Javier Alas, Claudia Herodier, Rafael Francisco Góchez, Alfonso Hernández, Rafael Rodríguez Díaz, Ricardo Lindo, Francisco Herrera Velado, Yanira Soundy, Melitón Barba, Armando Molina, Walter Raudales, Jorge Kattán Zablah, Jaime Suárez Quemain, Carlos Velis, Juan Alwood Paredes, Otoniel Guevara. Con el objeto de dar protección a sus obras, rescatarlas, resguardarlas y conservar su riqueza cultural en el marco de la Ley Especial de Protección al Patrimonio Cultural de El Salvador y su Reglamento. COMUNÍQUESE.- DARLYN XIOMARA MEZA LARA, MINISTRA DE EDUCACIÓN.

La escritora Carmen González Huguet, en un extraordinario trabajo titulado Escritoras canónicas y no canónicas de El Salvador, comenta y profundiza con claridad acerca del mencionado acuerdo, destacando las omisiones flagrantes de escritores como Hugo Lindo, Claudia Lars, Salarrué y Roque Dalton, por mencionar algunos, además de que el mismo Estado considera a pocas escritoras como patrimonio cultural de El Salvador.

Si bien la existencia de un canon literario salvadoreño ha sido durante décadas objeto de debates y discusiones, lo cierto es que la poca promoción y difusión de la lectura hace que cobre relevancia un acuerdo como este, ya que implicaría que si el salvadoreño promedio lee poco o nada, lo poco que conozca sobre literatura salvadoreña sean estos escritores y no los omitidos. Si bien no necesariamente esto debe ser así, se parte del supuesto de un argumento de autoridad; es decir, una lectura de estos autores desde la infancia, garantizando de una forma consuetudinaria su consideración canónica. Esto, por supuesto, no implica que sea bueno ni malo, aunque es evidente que afectaría de una manera u otra a los escritores omitidos y que carezcan de mayor difusión.

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